“Con todo lo que pasa ahora con la AMIA estamos reviviendo todo, día tras día. Esperamos que la causa avance. Con Caneveri se movió un poco más pero todos los años pedimos en los actos que se investigue la conexión local. Israel asegura que eliminó a Mughniyeh, pero nosotros insistimos en saber qué pasó acá. Hoy, se habla mucho de la AMIA, que es todo más político, pero los familiares de víctimas de la embajada nos sentimos muy solos. Hay cosas que aún faltan por investigar. A Menem nunca se lo llamó a declarar por ejemplo”, criticó Nelly Durán.
Abren las páginas de los diarios y sólo encuentran referencias a la mutual judía AMIA. Algunos aventuraron en su fuero más íntimo que con la denuncia presentada por el fiscal alberto Nisman y con su lamentable y posterior muerte, tal vez desde la Justicia se sentirían presionados a avanzar de alguna u otra manera con el expediente. Pero no.
En marzo de este año se cumplieron 25 años del atentado a la embajada de Israel, y los familiares de las víctimas aún esperan por Justicia al tiempo que insisten año tras año con el pedido de investigación por la conexión local.
Fue el 17 de marzo de 1992 a las 14.47 cuando una explosión en la esquina de las calles Suipacha y Arroyo terminó con la vida de 29 personas, de las cuales cinco aún no fueron identificadas.
En la actualidad la causa es llevada por el titular de la Secretaría Judicial Nº3 en lo Penal de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, Esteban Canevari, quien en 1999 dictaminó que el autor intelectual del atentado fue Imad Fayez Mughniyeh, miembro clave del Hezbollah. Desde entonces, la causa “se movió muy poco”, según aseguraron familiares de las víctimas.
Tal es así que, en diciembre de 2006, la Corte debió declarar imprescriptible la causa registrada bajo el número de expediente 143/1992 y que fue caratulada como «averiguación de los delitos de explosión, homicidio y lesiones calificadas y daños con motivo del atentado a la embajada de Israel”. Canevari dirige la instrucción del sumario, pero es el Máximo Tribunal en pleno el que dicta las resoluciones, porque el objetivo del ataque fue un Estado extranjero.
La resolución de la Corte decretó ese año que la causa, que desde sus inicios pasó por cuatro jueces de instrucción, «no se ha extinguido por el transcurso del tiempo” al entender que «hay diligencias en trámite que interrumpen los plazos que determinarían el cierre de la investigación”.
Desde entonces, “no ha habido mayores novedades”, aseguran los damnificados. En el caso de Carlos Susevich, quien perdió en el atentado a su hija, es el único querellante formal en representación de todos los familiares de víctimas dado que la Embajada de Israel no asumió el rol de demandante en el proceso penal, ni tampoco lo hizo el Estado argentino. En diálogo con Perfil.com remarcó: “Por el momento está todo totalmente estancado. Con los familiares tenemos reuniones periódicas, pero desde la Corte no tenemos absolutamente ninguna novedad. Veremos qué ocurre durante el próximo aniversario en marzo”.
Las únicas últimas novedades vinieron por el lado propio del Estado de Israel quien, a pesar de nunca pedir ser parte querellante, en 2010 reveló que dos años atrás había eliminado a Mughniyeh, el líder del aparato de seguridad exterior del grupo integrista libanés Hezbollah. Entonces, ni los abogados querellantes ni la propia Corte Suprema estaba al tanto de dicha información.
En relación a este punto, el abogado Juan Gabriel Labaké, defensor de Alberto Kanoore Edul (argentino de origen sirio imputado de haber comprado el supuesto vehículo que se habría estrellado contra la AMIA), tiene una polémica teoría al respecto. “A lo largo de mis años de abogado, nunca vi que el presunto principal interesado, que en este caso sería la Embajada, nunca haya pedido una prueba y se haya quedado conforme con el virtual archivo de la causa”.
Y lanzó: “Prestigiosos académicos convocados por la entonces Corte menemista demostraron que la explosión fue adentro y que no hubo coche-bomba. Luego, por presión del entonces embajador de Israel ante posibles juicios políticos, la Corte se asustó, dejó pasar unos meses y luego comunicaron que ‘no se había podido demostrar’ cómo ocurrió la explosión”.
«La actual Corte está en gravísima falta ante la Justicia y ante las leyes porque tiene cajoneado el mayor problema del atentado, la complicidad de la propia embajada”, concluyó Labaké quien aseguró que en diciembre se reunió con Canevari para solicitarle ser considerado como amicus curiae en el expediente pero -asegura- se le respondió que «que cuando rechazan los pedidos no lo contestan”. “Estamos ante una gran mistificación. El Gobierno lo toma como un asunto personal, autorreferencial, pero es una gran mistificación”. Este medio requirió la respuesta de la sede diplomática israelí, pero descartaron brindar algún tipo de respuesta ante este tipo de hipótesis por considerarla “absolutamente improcedente”.
Trascendió no obstante de fuentes judiciales que se avanza con exhortos a Estados Unidos, Israel y otros países de Oriente Medio.
Nelly Durán, viuda de Miguel Angel Lancieri Lomazzi, quien falleció en el atentado, explicó a este medio: “Mi marido trabajaba instalando equipos de aire acondicionado. Ese día tenía que instalar uno en el edificio vecino al de la embajada”. “Con todo lo que pasa ahora con la AMIA estamos reviviendo todo, día tras día. Esperamos que la causa avance. Con Caneveri se movió un poco más pero todos los años pedimos en los actos que se investigue la conexión local. Israel asegura que eliminó a Mughniyeh, pero nosotros insistimos en saber qué pasó acá. Hoy, se habla mucho de la AMIA, que es todo más político, pero los familiares de víctimas de la embajada nos sentimos muy solos. Hay cosas que aún faltan por investigar. A Menem nunca se lo llamó a declarar por ejemplo”, criticó.
Menem no declaró todo lo que sabe.-
Cuando ya era candidato a la Presidencia, Carlos Menem inició una gira por Europa para juntar fondos destinados a la campaña presidencial. Protagoniza una reunión fallida en París con delegados de Muammar Gaddafi y en Roma cierra un negocio político que implicó recaudar millones de dólares a cambio de entregar varias unidades del misil Cóndor. La operación fue tan importante para Menem que los negociadores de Gaddafi fueron invitados a la asunción presidencial y se hospedaron en el hotel Claridge, mientras esperaban recibir los misiles comprados ilegalmente en Italia.
Para esa época, en Siria gobernaba Háfez al Ásad, un dictador con puño de hierro que recibió a Menem en Damasco. Ya presidente electo, Menem prometió a Al Ásad que la Argentina construiría en Siria una central nuclear. En ese momento, Monzer Al Kassar, Gaith Pharaon e Ibrahim Al Ibrahim se preparaban para desembarcar en Buenos Aires. Apoyados por la familia Yoma y el régimen sirio, esa banda internacional tuvo vía libre para lavar dólares sucios, traficar armas y vender influencia en Medio Oriente, Italia y España.
Pero las promesas de Menem no terminaron en Libia y Siria. El Presidente electo también se comprometió a construir una central nuclear en Irán, que buscaba tener su propia bomba atómica para fortalecer su revolución fundamentalista. Teherán con un arma de destrucción masiva, cambiaba para siempre el eje geopolítico en la región.
Desde mediados de 1989, Terence Todman era el embajador de Estados Unidos en la Argentina. Menem le caía muy bien, aunque no compartía su peculiar mirada sobre Medio Oriente y el papel de Siria e Irán. Pidió instrucciones a Washington, y la orden cayó como un rayo: Argentina no podía salir de Occidente y jugar al lado de los regímenes de Al Ásad, Gaddafi y los herederos del Ayatollah Jomeini. Todman hizo un trabajo profesional: ejecutó el Swiftgate y alertó a Menem sobre su destino institucional, si seguía jugando en un tablero ajeno.
En Siria, nunca le perdonaron a Menem su giro hacia la Casa Blanca.
El Presidente entendió el mensaje y paró en seco. Se reunió con Gaddafi y negó la entrega de los misiles. «Son cañitas voladoras», le dijo al dictador libio para relativizar su traición. A los iraníes, ni siquiera les contestó. Cuando aguardaban que llegaran los primeros insumos, un aterrado agregado de negocios alegó que había un paro en el Puerto de Buenos Aires y por eso nada iba a llegar a Teherán. Con Al Ásad, en cambio, el asunto fue más serio. Menem estaba muy comprometido y había jurado lealtad eterna. En Siria, nunca le perdonaron su giro hacia la Casa Blanca, las relaciones carnales y la devoción por el Consenso de Washington.
Después de las presiones y las amenazas, Libia, Irán y Siria hicieron silencio. Un extraño, oscuro silencio. Hasta que estalló la Embajada de Israel, el 17 de marzo de 1992. Cuando Menem se enteró del ataque terrorista, balbuceó ante la mirada inquieta de su familia, su entorno y su gabinete. Tenía la mirada inerte, la boca seca y el corazón arrítmico.
El ex presidente aún no contó lo que sabe.
Se cumplieron 25 años del atentado, cuyo expediente ya supera los 250 cuerpos. No hubo juzgados ni detenidos.
Fuente: Roman Letjman – Infobae