Esta semana, la sanción de la ley nacional que prohíbe y sanciona severamente las carreras de galgos, abrió el debate sobre otras actividades en las cuales se normaliza en la práctica humana cotidiana la desconsideración absoluta del respeto por la vida animal.
Así en los entretelones y en las propios circuitos de las carreras de caballos se expone a los animales a la necesidad de un rendimiento y objetivos distintos a los de su propia naturaleza. De igual forma, y con el agravante del sufrimiento como objeto de un espectáculo, se da está situación en los lugares donde las corridas de toros y toreadas son permitidas.
El debate entonces gira en torno a que forma parte de la cultura, la tradición o el arte de una sociedad, y, que se convierte en un pretexto para el desarrollo de actividades económicas en la cuales el hombre, una vez más, intenta sobrepasar los limites.