«Con la indicación que debe otorgársele tareas que no requieren esfuerzo físico, notifico a usted que no podemos dar cumplimiento a ello por motivos no imputables a esta parte, ergo en un todo de conformidad al art. 208, 212 y concordantes de la LCT, damos por terminada la relación laboral habida, poniendo a disposición la liquidación final y la indemnización correspondiente en los términos del art. 247 de la LCT».
Marcela Gorosito, se acercó cuando estábamos al aire en nuestro programa de radio “Convergencias” en FM 98.9 y solicitó hacer pública la situación que atraviesan con su familia, luego que despidieran a su marido, quien desempeñaba funciones en la Iglesia Nuestra Señora de la Asunción de Saladillo.
Marcela se manifestó muy angustiada, preocupada por el futuro de su familia compuesta por ambos cónyuges y tres hijos. Dos mayores de edad que estudian en la Ciudad de La Plata, y un hijo menor que reside en Saladillo con ellos. La mujer contó que todo comenzó el año pasado, hace once meses atrás cuando su marido bajaba con dos pesadas bolsas, luego de limpiar la suciedad de las palomas del techo de la Iglesia, a 45 metros de altura, y al tocar el piso no se pudo mover más. También acompañó carta documento donde da cuenta de la situación.
“Dice un pasaje bíblico ´amarás al prójimo como a ti mismo”. Muy hermosa la frase si el párroco de Saladillo la pusiera en práctica. Mi marido, el que durante ocho años trabajó con un franco semanal y con el compromiso de estar feriados, fines de semana donde se desenvolvía en distintas tareas de maestranza, pintura, parquero, limpiando techos, atendiendo el equipo de sonido, tocando las campanas y dejando la iglesia en orden y limpia”.
“Pero el Sr. Cura Parroco quizá no haya tenido en cuenta que este hombre que durante ocho años trabajó, es un ser humano, de carne y hueso, y un día se enfermó”.
“Peregrinó por tantísimos centros médicos haciéndose estudios de todo tipo hasta agotar recursos que terminaron con una microcirugía en la Ciudad de La Plata, en el Instituto Central, y el cirujano a cargo es el Dr. Osvaldo Pepa”.
“Estuvo por ese motivo con licencia médica durante once meses, por orden médica, percibiendo el salario correspondiente durante ese lapso”.
“El médico que lo asiste decide darle el alta médica pero con la premisa que se ocupe de tareas livianas ya que tiene que seguir un tratamiento de ozono terapia por 180 días. Es aquí cuando el dolor y la impotencia lo superaron, cuando la Comisión de la Iglesia y el Parroco deciden despedirlo, viendo el certificado donde se le indicaban tareas livianas. El Señor cura decide una consulta con el Dr. Santamarina, copia que adjunto, para que quede claro”.
“En épocas donde el trabajo escasea y donde en sermones que parecen ser para los demás y no para el que los da cuando dice que el trabajo es la dignidad del hombre y de los pueblos. Me pregunto y pregunto: ¿Qué hace una persona de 54 años, enferma, con hijos estudiando, una casa y una vida que no eligió para que esto le ocurriera? Nadie elige enfermarse y sobre todo mi marido, creyente como lo somos todos en mi familia, no esperaba esta actitud que aún hoy nos cuesta entender. Dios sabrá porque, es el único que nos juzgará”.
Marcela E. Gorosito
DNI 21.503.201