Esta mañana recibimos la noticia del fallecimiento de Eduardo «Carry» Carroza. Fue en la Ciudad de Buenos Aires, donde se encontraba internado.
«Hay cosas que el dinero no puede comprar».
Elijo esa frase minutos antes de escribir esta nota al repasar la última entrevista que le realice junto a Juan Martín Bruno y que no llegué a publicar por esa vorágine de nuestra propia realidad y la cotidianidad que nos envuelve. Luego vinieron meses difíciles para Eduardo, no mucho más de lo que él ya había atravesado, pero que con las complicaciones propias no pude ya seguir de cerca.
Quiero recordarlo como lo conocí de cerca, en este último año: un ser con mucha entereza, muy genuino desde sus sentimientos, muy transparente, muy solidario, en su último emprendimiento «Pizzería Los Troncos», peleándola para salir de la pesadilla que vivía pero con la decisión de hacer un tratamiento para controlar la enfermedad. Un tratamiento que tardó en llegar y que luego otra complicación de salud le impidió ingresar para internarse a realizarlo.
Desde ese emprendimiento se quiso rodear de sus conocidos, de algunos amigos «tengo, muy pocos» decía, y algunas sombras también se acercaron. Pudo llevar allí a los compañeritos de su hijo para que conocieran el oficio de «mozo» y ahora de pizzero. Agradecía siempre a Pablo Cintioli y a la familia Molfino: «Tenes que hacerle una linda nota a Pablo, es un gran tipo». En cada charla me planteaba que le gustaría llenar de música y de artistas el lugar: “Mi hijo me cambio la vida, quiero otra cosa para él. No quiero que a nadie le pase esta mierda». Quería hacer, quizá lo que no había podido ver antes.
Me quedo con palabras sin decir y acciones sin concretar. Quiero recordarlo en esa entrevista que él me pidió hacer con Juan Martín Bruno y no llegué a publicar :
También compartimos otras dos entrevistas y notas realizadas con Eduardo Carroza y sus convocatorias a referentes del deporte :
