El lado B de las tomas: los alumnos de un colegio aprovecharon la ocupación para hacer arreglos.-

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Son estudiantes de la escuela técnica Fernando Fader, que estuvo 18 días sin clase para protestar contra el plan «Secundaria del futuro».

«Una vez al año, en general, el centro de estudiantes organiza una jornada de limpieza de la escuela. Apenas empezó la toma organizamos una y, como éramos nosotros quienes decidíamos qué hacer, nos propusimos llevarlo más allá y hacer arreglos en la escuela».

Lo cuenta Catalina Distéfano, una de las voceras del centro de estudiantes de la escuela técnica Fernando Fader, que permaneció tomada entre el 8 y el 26 de septiembre en repudio de la reforma educativa que busca imponer el Ministerio de Educación porteño.

El lado B de las tomas: los alumnos de un colegio aprovecharon la ocupación para hacer arreglos

Durante esos días, el edificio fue refaccionado por alumnos, docentes y algunos padres.

La mejora quedó plasmada en el acta que firmaron las autoridades del colegio una vez que se levantó la toma: allí consta que recibieron el edificio en mejores condiciones que las previas a la medida de fuerza.

El aula 1 -la más grande del edificio que fue construido en Flores a finales del siglo XIX- fue la que más trabajo dio: «Se le hizo revoque, se sacó la pintura vieja con espátulas y lijas, y la volvimos a pintar, además de pintar el pizarrón y limpiar mesas y sillas», describe Catalina, alumna de 5° año de la escuela técnica orientada al Diseño.

El lado B de las tomas: los alumnos de un colegio aprovecharon la ocupación para hacer arreglos

Los materiales -bolsas de arena y de cemento, pintura y enduido- fueron donados por padres, madres y docentes de la escuela: algunos de ellos pusieron también manos a la obra en el trabajo en las aulas, que mayoritariamente llevaron adelante los alumnos que participaron activamente de la toma.

«Para lo que faltaba, usamos plata del centro de estudiantes», sostiene la vocera.

La del aula 1 no fue la única refacción del edificio al que van entre 700 y 800 alumnos por día y que, desde 2004, tiene un plan de obra pendiente para reparar su casco histórico ya que allí hay peligro de derrumbe.

Los alumnos pintaron todos los pizarrones de las nueve aulas a las que tenían acceso durante las más de dos semanas de toma.

También pintaron las paredes y los techos de otras siete aulas, cambiaron vidrios rotos y revocaron donde hizo falta. Ante la duda de cómo proceder, una especie de manual de instrucciones que un docente del taller de Carpintería anotó en el pizarrón del aula 1 les sirvió de guía: «Leer atentamente: lo que es una pared rota, lleva cemento!! Si la pared está bien, sólo está mal la pintura, lleva enduido. No se pone enduido en pared rota. Por favor: preguntar antes de hacer cualquier cosa», decía.

«Hicimos arreglos durante todos los días que duró la toma. Nosotros sabíamos que nos iban a venir con que los jóvenes estamos tomando las escuelas porque no tenemos nada mejor que hacer, pero lo que queremos, y para eso estamos muy organizados, es una situación mejor para la educación pública», reflexiona Catalina.

Las fotos del antes y el después del aula 1 recorren las redes: los chicos le lavaron la cara. La dejaron más linda.

-Fuente: Clarín.

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