Un fin de semana extraño para las campañas.
Por Ignacio Zuleta.-
Los mirones calificaron a los actos del 25 de mayo como un masivo lanzamiento de candidaturas por parte de la oposición política. Cristina de Kirchner avanzó una casilla más hacia una candidatura inevitable desde la racionalidad convencional. Nadie que tenga el caudal de intención de voto (un tercio en la provincia de Buenos Aires) resigna una postulación.
Hay otras racionalidades para atender, y eso es lo aclaró en su actuación por la TV: será candidata si está segura de ganar. Si no, se va a su casa. Esperable porque le corre el destino de los presidenciables: tienen que ganar en octubre porque si no, es el final de su carrera. Es el dilema también de Daniel Scioli, Sergio Massa o Florencio Randazzo: si no están seguros de ganar, mejor ir de candidatos a diputados. Cristina tiene un agravante a superar: ¿le conviene que le cuenten las costillas en una elección ahora que el peronismo la ha reconocido como su principal conductora?
Cuando era presidente, el peronismo la desairaba como jefa, pero le conseguía votos para que gobernase. Ahora que no gobierna, le reconocen liderazgo. ¿Para qué arriesgarse a que la midan con un número? ¿Acaso no será mejor ejercer primacía desde el llano pero con la leyenda de una fuerza que ahora puede no convenirle que le ponderen?
Éste ha sido un fin de semana desgraciado para dos protagonistas, con la muerte el mismo día de dos estrategas, Manuel Mora y Araujo, asesor de Scioli, y Samuel Bendixen, asesor de Massa. Los asesores estratégicos son más importantes de lo que se ve desde afuera para los candidatos. No tanto por las recetas que les puedan acercar, que pueden ser falibles o infalibles según el contexto en el cual se apliquen. Son importantes porque son las únicas personas a quienes los candidatos le confían su destino, su intimidad, sus miedos y sus deseos más inconfesables. Algo que los candidatos nunca comparten con los militantes. Por eso los gurúes de campaña son tan odiados por los políticos que rodean al candidato. Les envidian el poder que tienen sobre ellos.
Como son confidentes únicos, dueños de los secretos, cuando se van, o se muere uno de esos personajes, todo cambia. Le ocurrió al peronismo, que sufrió la pérdida de uno de sus estrategas principales, Juan Carlos Mazzón, horas antes de las PASO del 9 de agosto de 2015. Nadie puede demostrar que la derrota en las presidenciales de ese año no se debe a la ausencia del legendario “Chueco”, que había trabajado en todas las elecciones presidenciales que el peronismo ganó desde 1989 hasta 2011.
En estas horas se conocieron otras definiciones, como la de Scioli, que se aferró definitivamente a Cristina de Kirchner. Dijo en una radio: “en estos 500 días del gobierno de Macri no me he movido un centímetro de mis ideas y del espacio que integro con Cristina Kirchner”. Apuesta a la misma ficha de siempre, o sea dentro del espacio kirchnerista que fundó con los Kirchner. Nada de lo que ha hecho el peronismo disidente, del cual podría formar parte con gran comodidad ideológica, digamos, le ofrece algo mejor de lo que ya tiene en donde está.
También en estas horas se conocieron encuestas de imagen y de intención de voto. No es que los sondeos acierten resultados, ni que marquen el sentido de la historia. Las percepciones que aportan son un elemento central en el sistema decisorio de los políticos, para bien y para mal. Por eso conviene repasarlas pare entender sobre qué números toman esas decisiones. Veamos lo que aportan a esto las encuestas de las firmas Analogías y Aresco que han llegado a esta mesa en las últimas horas, porque permiten adivinar algunas razones que parecen irracionales y contradictorias:
María Eugenia Vidal se confirma como la política con mejor diferencial de imagen. Es una señal de la nacionalización de la campaña porque la gobernadora alcanza esas marcas en la muestra de Aresco, que se hizo en todo el país. El debate en la provincia de Buenos Aires domina por sobre el resto de los distritos. Justifica esa aventura estratégica de Cambiemos en PBA de poner detrás a algún candidato tan transparente, por no decir insignificante, que permita ver detrás a Vidal-Macri. Son los únicos con diferencial positivo, mientras que sus adversarios, Massa y Cristina, tienen el negativo más alto que el positivo.
Según la misma encuestadora, predomina entre los consultados una opinión negativa al momento de valorar al gobierno peronista que terminó en 2015. Esto alimenta a los estrategas que proponen al gobierno un mensaje de campaña que explote eso y no que busque valorar lo que ha hecho el gobierno de Cambiemos. A su vez, esto dificulta la campaña del peronismo, que busca quitarle valor a lo que puedan haber hecho quienes lo sucedieron en el gobierno.
En todas las encuestas la preocupación principal es la economía, por sobre la seguridad o la corrupción. Aquí la opinión se divide por partes casi iguales entre apoyos y rechazos. Es más firme esta última actitud que los respaldos, que se componen de quienes adhieren sin reservas y quienes le dan al gobierno un crédito hacia adelante.
En la provincia de Buenos Aires, Aresco ubica a la fórmula de Cambiemos como la que tiene más adhesiones en la disputa por la senaduría nacional. Imagina dos escenarios, uno con Cristina-Scioli y otro sin ella, con Verónica Magario de candidata. En el primer caso la fórmula del peronismo está en segundo lugar. Si la candidata fuera Magario, el segundo lugar quedaría para Massa-Margarita Stolbizer y mejoraría los números de Florencio Randazzo.
La firma Analogías imagina dos escenarios, uno según adhesiones a fuerzas políticas y otro a candidatos. En los dos casos domina la fórmula del peronismo. En el primer caso, Cambiemos es el segundo a cinco puntos. En el otro caso, Massa para a ser el segundo. Estos números comprometen las ventajas de la hipótesis de Cambiemos de que ganan con cualquier candidato “transparente”. Cuando el público mide adhesión al partido, mejoran, pero también valoran al candidato cuando le ponen nombres propios a la pelea.
El Gran Buenos Aires es el que vuelca los números. Y en los dos escenarios – partidos o candidatos – el análisis de Analogías muestra un dominio del peronismo frente a Cambiemos y al Frente Renovador.