El misterio y la leyenda del soldado Pedro, el héroe que nunca se rindió.
Es uno de los 123 muertos argentinos sin nombre: sólo conocidos por Dios. Pero aunque algún día lo identifiquen, la incógnita será siempre más fuerte que la realidad.-
Hoy a partir de las 21 en el Cine Español de Saladillo con la visita de los actores y equipo de producción.
Con un esfuerzo increíble, los cineastas saladillenses Fabio Junco y Julio Midú han logrado hacer de esta obra de cine no solo una pieza artística de ficción que seguramente se coronará como una la las mejores de su producción, sino que han logrado movilizar la fibra más profunda con esta historia simbólica de cada soldado argentino anónimo que peleó hasta el último minuto en la guerra de Malvinas.
Llevada a la pantalla grande, emociona y se disfruta que estos dos saladillenses hayan recibido una excelente critica por el logro alcanzado conjugando el guion de Rodrigo Fernández , la producción artística, la música de Alejandro Lerner y la previsión a la hora planificar la proyección en más de 100 salas en todo el país.
«Un cuerpo muerto que, solitario y anónimo, llega a una costa, es un clásico comienzo literario. Por ejemplo, El ahogado más hermoso del mundo, de Gabo García Márquez, o Zama, del mendocino Antonio Di Benedetto… Muertos fantasma. Muertos prestigiosos.
Y Pedro fue, es y será uno de ellos.
Su cuerpo –su carne mortal– fue encontrado en la zona de combate de Puerto Argentino. Ciertos relatos del otro frente, el británico, dicen que Pedro, soldado argentino, contra la derrota inexorable, contra la bandera blanca, tuvo un último acto luminoso. De rebeldía. «Yo no me rindo», dijo o pensó. En términos de coraje, lo mismo.
En este punto límite, la realidad y la leyenda se unen. Murió en combate, como los miles de héroes que en el mundo han sido. Fue –la memoria no fue dócil, la reconstrucción no fue fácil– en la noche del 13 de junio de 1982. Apenas horas antes de la caída de Puerto argentino y su retorno a Port Stanley. (La historia dirá la última palabra…)
La nevisca –el garrotillo, como llaman los isleños a esa leve pero continua tortura helada e hiriente que llega del cielo– coronaba el fin. El Segundo Batallón
de Guardias Escoceses asaltó a las fuerzas argentinas en Tumbledown. Mucho más que un nombre para recordar. Un monte de 228 metros de alto que dominaba la última y agonizante línea de defensa de esas tropas llegadas el 2 de abril para recuperar las Malvinas –ese largo sueño–, sin imaginar que se enfrentarían contra el León Británico, rey de los mares desde que el almirante Nelson despedazó a la orgullosa Armada Invencible española…
Fueron ocho horas de combate. Según testigos de los dos bandos, «el más terrible de la guerra». Todo esfuerzo fue inútil. Toda corajeada también.
Sobre el campo de turba, ese extraño piso barroso y resbaladizo –un carbón el ciernes al que le faltan millones de años para ser tal–, quedaron los restos previsibles de una batalla.
Muertos, heridos, gritos de dolor, lamentos, chatarra de armas mortíferas… Pero también una leyenda. El soldado Pedro. Sin apellido.
El cuerpo fue hallado por los Royal Pioneers, enterradores civiles. Ellos lo bautizaron «Pedro». Acaso porque es un nombre latino, contra los «Peter» anglosajones. Poco importa. Pudo ser Juan… Pedro. El último. En rendirse y en encontrar el último pedazo de tierra que lo cobijara.» Escribe sobre el film Alfredo Serra.
Desde el lunes 3 de abril en distintos cines de Córdoba y Capital Federal fue de gran impacto visual y emotivo el Avant Premiere de la película que ha quedado retratado en algunas postales que compartimos.
¡Felicitaciones!