
Movimiento, fuerza, color y destreza.-
La radio como centro de atracción artístico-cultural, como medio de comunicación por excelencia a partir de la década de 1920.
Para esta versión de vanguardia, una altísima grúa fue el soporte que permitió concretar
esta intervención urbana en la cual se en cuestión de minutos los artistas se trasladaban desde lo cierto y concreto del asfalto, en equilibrio, hacía el vértigo del movimiento en el aire, a más de 5 metros de altura, con el contraste en el fondo del edificio Mayo.

La música rítmica, circense, imaginariamente trasladaba al público a relacionar este espectáculo con lo que realiza el grupo «De la guarda», pese a que el agua es un elemento casi imprescindible en sus shows, en el caso de la escuela municipal de circo «Astrolabio» hasta «nieve» hubo.
Los rostros de las personas que se acercaron a ver el show, siguieron cada tramo de la propuesta entre asombrados y deslumbrados, aplaudiendo cada hazaña.
En lo últimos minutos del atardecer, el cielo plomizo y amenazante tuvo en vilo a los
organizadores y al propio público que eligió en muchos casos un ámbito más confortable, que el del clima inhóspito que propuso el clima invernal de julio, que amagó en más de una oportunidad, pero finalmente no llovió.

Notable y destacado el trabajo detrás de escena. La coordinación entre los artistas y la logística de magnitud entre sonido, coreografías y maquinaria.
La imagen surrealista de la tarde: el «humo» que salía de la boca de los artistas, por la diferencia de temperatura.