A las 23 horas del sábado 10 de julio Argentina el marcador irreversible le daba la victoria a la selección argentina de fútbol en el icónico estadio Maracaná de Río de Janeiro, Brasil. El equipo carioca, clásico rival argentino que jugó de local, no pudo superar la sorpresa del golazo que convirtió Ángel Di María en el primer tiempo para el equipo argentino. En contexto de pandemia y con más de 90.000 argentinos fallecidos por el covid-19, se festejó a lo largo y a lo ancho del país de diversas formas, a de 28 años que el seleccionado nacional de fútbol consiguiera una copa internacional .
La selección argentina de fútbol llevaba 496 minutos sin anotar un gol en una final. La última vez había sido el 29 de junio de 2005, con una derrota contra los brasileños 4-1 en la Copa Confederaciones. A ese gol lo convirtió Pablo Aimar, a los 20′ del segundo tiempo. El Payaso, justamente, hoy ayudante de campo de Lionel Scaloni, fue testigo privilegiado del tanto de Di María.
El histórico triunfo se vivió con mucha euforia en Saladillo, actualmente en fase 2, donde muchos vecinos y vecinas se quedaron en sus casas celebrando y otros tantos, en autos, motos, bicicletas o de a pie, se acercaron hasta la Plaza Principal, punto de encuentro en los pueblos y en las ciudades del interior. Así lo transmitimos en vivo:
En el transcurso de nuestra transmisión la inmensa cantidad de mensajes compartió la felicidad del merecido y justo triunfo para la selección argentina de fútbol, así como cuestionaron la forma en que si hizo el festejo presencial por el bajo o ausente, en muchos casos, cumplimiento de las medidas de prevención consideradas como la principal forma de evitar la propagación del contagio del covid-19.
Se registró también al menos un hecho vial entre un auto y una camioneta en la esquina de las Avenidas Moreno y Rivadavia del que por suerte no hubo que lamentar heridos y sólo daños materiales en una camioneta pick up.
Por otra parte no faltaron, un par de manifestantes al menos, completamente fuera de sí que arrebataron uno de los teléfonos celulares con los que estábamos haciendo la transmisión en vivo, en simultáneo por nuestra cuenta de facebook y por la de Instagram, siendo que uno de ellos agredió a una integrante de nuestro equipo y dañó uno de lo equipos. La secuencia del hecho quedó registrada en las dos transmisiones.
En el espacio público, donde se centralizaron los festejos no hubo, ni cerca, ni lejos, un sólo efectivo de alguna fuerza de seguridad que pudiera intervenir ante un ilícito o cualquier otro hecho que requiriera del auxilio de personal de las fuerzas de seguridad, médico o sanitario.
Felicidad inmensa es lo que produce ver nuestra bandera flamear con un triunfo deportivo importante a nivel internacional. Esta victoria para muchísimas personas significó un desahogo, escape, o una alegría en un marco muy difícil y distinto: una pandemia. Pero esas emociones no pueden hacernos perder de vista que todavía nos queda un largo trecho para salir de esa situación epidemiológica que todos los días se lleva a un vecino/a de nuestra ciudad de la peor y más triste forma, sumado a los que hoy, de diversas edades, están en grave estado tratando de sobrevivir al virus en una terapia intensiva.
Emociones fuertes, sensaciones intensas, que nos lleven a sobreponernos, a evadirnos por un rato de la razón y sobrevolar el crítico contexto que nos abruma a diario, las podemos encontrar en muchas circunstancias y sin dañar a nadie.
La desazón, tristeza, angustia y dolor por la pérdida de un ser querido sin contacto en los últimos momentos de vida, sin el duelo y despedida que tenemos arraigado como costumbre, les puedo asegurar que también es de las más fuertes sensaciones que te marcan para siempre, pero de la peor forma. A varios que no lo vivieron, cuando le tocó recién lo entendieron, pero ya era tarde.
Saladillo, 11 de julio de 2021 – Graciela Achabal para www.convergencias.com.ar
